Stephen Jay Gould fue una figura crucial en la historia de la biología evolutiva del siglo XX. Reconocido tanto por su labor científica como por su capacidad divulgativa, Gould dejó una profunda huella en la comprensión de la evolución biológica. Su trabajo, centrado en aspectos teóricos y en la paleontología, transformó debates fundamentales y amplió el alcance de la teoría evolutiva moderna.
El marco histórico y científico
En la segunda parte del siglo XX, la biología evolutiva estaba bajo el influjo de la síntesis moderna, una corriente que combinaba la genética mendeliana con la selección natural darwiniana. No obstante, había una discusión continua sobre la rapidez y los mecanismos de los cambios evolutivos. En este ambiente científico, Stephen Jay Gould presentó sus propuestas más revolucionarias, frecuentemente junto a otros expertos, como Niles Eldredge.
El equilibrio puntuado: una alternativa al gradualismo
Quizás la contribución más influyente de Gould sea la teoría del equilibrio puntuado. Junto a Niles Eldredge, Gould desafió el gradualismo filético, la idea predominante de que la evolución era un proceso lento y continuo. Según el equilibrio puntuado, las especies permanecen relativamente estables durante largos periodos, experimentando cambios evolutivos significativos en lapsos geológicamente breves, generalmente asociados a eventos de especiación.
Este modelo se apoyó en evidencias fósiles, como las observadas en los ammonites, trilobites y moluscos, que mostraban patrones de estasis seguidos por rápidas transiciones. El debate entre los defensores del gradualismo y los del equilibrio puntuado impulsó una revisión crítica de los mecanismos evolutivos y cómo estos se reflejan en el registro fósil. Aunque ambas perspectivas coexisten en la actualidad, el equilibrio puntuado permitió reconocer la importancia de eventos rápidos y discontinuos en la macroevolución.
La exaptación y la función evolutiva
Otro aporte esencial de Gould fue el término de exaptación, creado junto a Elisabeth Vrba. En contraste con la perspectiva tradicional que veía todos los rasgos biológicos como un resultado directo de la selección natural debido a su función presente, Gould destacó que muchas estructuras evolucionaron para cumplir un propósito inicial diferente y luego fueron adaptadas para nuevas tareas. Un ejemplo típico es el de las plumas en las aves, que posiblemente aparecieron en dinosaurios terópodos con el objetivo de regular la temperatura o para exhibición, antes de utilizarse para volar.
Este enfoque llevó a los biólogos a diferenciar entre las adaptaciones genuinas y las exaptaciones, abriendo el debate sobre la complejidad evolutiva y evitando interpretaciones simplistas de la adaptación biológica.
El cuestionamiento al adaptacionismo y el reconocido ensayo de San Marcos
Gould se destacó como un crítico del adaptacionismo, que es la inclinación a asignar un valor adaptativo a cada rasgo anatómico u orgánico. Junto a Richard Lewontin, escribió un ensayo influyente que usaba las «bóvedas de la catedral de San Marcos» para ilustrar, mediante la metáfora de la arquitectura veneciana, cómo ciertos rasgos pueden aparecer como resultados secundarios de otros, en lugar de surgir por selección directa.
Este ensayo propició la aceptación de una perspectiva más pluralista en la biología evolutiva, donde se considera la importancia de la arquitectura del desarrollo, la genética, la historia evolutiva y las restricciones funcionales en la formación de las especies.
El estudio de fósiles en la paleontología
Como paleontólogo, Gould dedicó gran parte de su carrera al estudio de los invertebrados fósiles, como los moluscos del Pleistoceno de las Bahamas y los braquiópodos del Devónico. A través de estos estudios, Gould aportó datos empíricos fundamentales a la teoría del equilibrio puntuado y demostró la riqueza de información contenida en el registro paleontológico, cuestionando la creencia de que los fósiles ofrecían poca claridad sobre los ritmos evolutivos.
Su trabajo más reconocido en este campo es La vida maravillosa, en el que examina la fauna excepcional del Cámbrico encontrada en Burgess Shale. Gould sostuvo que la evolución está caracterizada por la contingencia histórica y que el azar tiene un papel más relevante del que generalmente se admite.
El legado intelectual en biología evolutiva
Además de su producción científica, Gould ejerció un rol determinante como divulgador. Escribió más de 300 ensayos en la revista Natural History, acercando conceptos complejos al público general y promoviendo el pensamiento crítico. Defendió la compatibilidad entre ciencia y religión, al proponer el principio de los «magisterios no superpuestos», sugiriendo que ciencia y fe responden a preguntas de ámbitos distintos.
Las discusiones y polémicas en las que participó, en lugar de disminuir su importancia, aceleraron el progreso de la biología evolutiva al fomentar el desafío, la reevaluación de conceptos y la diversidad de teorías. Su labor impactó a muchos científicos y sus ideas van más allá de la paleontología, convirtiendo a Gould en un pilar vital para cualquiera que busque entender la evolución en toda su amplitud.
La obra de Stephen Jay Gould invita a no convertir la ciencia en un dogma, sino a mantener una actitud abierta hacia la diversidad de procesos que rigen la vida y sus cambios a través del tiempo. Su legado enfatiza la importancia de considerar la historia, la contingencia y la multiplicidad de fuerzas evolutivas, recordando que la naturaleza es más rica y fascinante de lo que nuestras teorías, por precisas que sean, pueden anticipar por completo.